Situado en plena naturaleza, rodeado de unas vistas excelentes, mucho verde y vegetación. No se ve otra cosa que no sea monte y árboles. Las habitaciones son todas exteriores, como pequeños apartamentos, muy acogedoras, con el techo de vigas de madera, muy bonitas y rústicas. El trato fue inmejorable, los dueños son encantadores, muy simpaticos y amables, siempre con una sonrisa en la cara y muy amigables. Repetiremos en cuanto podamos, es un lugar ideal para desconectar de la ciudad, respirar aire puro y fresco, pasear por el campo, hacer senderismo, paintball, etc. El unico pequeño inconveniente que le vimos, fue el acceso, que desde la carretera hay que estar muy pendiente para ver el cartel y poder salirte a un caminito que atravesando el bosque te lleva directamente al hotel. Os lo recomiendo para cambiar de aires y disfrutar de la naturaleza y el relax del silencio del campo o hacer turismo rural, ya que se encuentra en Monda, pueblo que merece la pena visitar, el Castillo es precioso, y al lado de Guaro y otros pueblecitos de la zona.